miércoles, 3 de marzo de 2010

el resto de tus días


Ya refrescó la tarde, ¿no?
-¿Un cafecito?- preguntó por costumbre.
-Bueno.- dijo con sinceridad y alegría como solo uno de aquellos sabe hacerlo.
Se les puede reconocer por su cansado arrastrar de chanclas, como si el peso de los años tratara de devolverlos a la tierra. Pero ellos luchan caminando, usando los pies para lo que mejor sirven.
Ella seguía tejiendo el atardecer desde su mecedora, disfrutando el húmedo olor del patio.
-¿No te ha hablado Adrián?- Se oyó desde la cocina.
-El otro día llamó para pedirme que le cortara el pelo.
-¿Cuántas de azúcar le pongo?
-Dos, y una de café- Contestó lo suficientemente fuerte para que le escuchara.
Entonces él regresó al patio con una taza de café en cada mano.
-¿Te marcó Adrián entonces?
-Sí, te digo que quería que le cortara el pelo.
-¿Te traigo las galletas?
-No, déjalo. Nada más el café.
Se llevó cada uno su taza a la boca, y al mismo tiempo, después del primer sorbo, se miraron a los ojos, una mirada que expresaba el amor de toda una vida juntos. Y así quedaron mudos, mirándose el uno al otro.
Esa tarde de Abril era perfecta para los dos. Mientras estuvieran juntos y hubiera café en sus tazas, todo era perfecto.

Ella tomó otro sorbo y fue la primera en hablar.
-Te quedó riquísimo el café.

martes, 2 de marzo de 2010

Tonos gratis para tu celular.

Yo seguía pesado, tenía esa sensación como de haber fumado mala hierba hace dos horas.
Y al otro lado del teléfono ella me decía:
- No sé que es lo que va a pasar.
A lo que contestaba:
- Todo es tan pasajero… no deberías preocuparte tanto.
- Bueno, me voy a bañar. Te dejo… hablamos luego ¿Ok? – Y colgó.
Escuche el ya familiar sonido de la línea ocupada despegarse de mi oído.
Me levanté y me limpié, me lavé las manos, y volvió a sonar el celular. Medio me sequé las manos en el pantalón.
- ¿Bueno?
- Cabrón, ¿Será que te puedas lanzar para acá con algo de tu material?
- Simón, les caigo como en media hora con unos discos.
- Sobres. Trae el bong.
Y de nuevo el tono.
Asenté el celular a un lado del lavabo y me enjuagué la cara.
- ¡Graciela!, ¡¿Dónde dejaste la toalla del lavabo?!
- ¡Junto al lavabo, pendejo! - respondió.
- ¡No mames!, ¿Esta? ¡Está bien sucia!-Reclamé
-¡Pues sí!, ¡Y si no te gusta, métetela por el culo!- Empezó a vociferar - ¡Ya estoy hasta la madre de limpiar tus pinches porquerías!
Salí del baño, todavía con la cara mojada.
- Órale, ¿Qué te pasa?, no me hables así.
- Es tu pinche culpa que esté todo bien sucio en esta casa. Nunca limpias nada, eres un maldito marrano.
- Bueno, bueno, ya bájale
Ella iba a rezongar otra vez cuando sonó el teléfono de nuevo.
Contesté:
- ¿Bueno?- me voltee y caminé hacia la recamara. Terminé secándome la cara con la manga de mi antebrazo izquierdo.
- Ey, ¿Qué onda?, ¿Tienes planes para este fin?
- No muchos, ¿Qué pasó?
- ¿Quieres jalar el sábado?, hay una reunión en el café de siempre.
- Dale, ¿Cómo a que hora?
- Ocho y media, ya sabes, a lo mejor y va Marta.
- Tzzzz, con chance… Dale… los veo el sábado.
Voté el celular en la cama y me senté frente a la computadora.

Cinco minutos y de nuevo el maldito tono cagante del celular. Esta vez nadie contestó.